Las instituciones europeas ya descuentan la posible salida de Grecia de la Unión. Las tesis alemanas triunfan en esta estrategia de desgaste. El ministro Varoufakis ha expuesto diferentes argumentos, de carácter general, que inciden en la idea de una Europa unida, con un planteamiento que es sensato: va a resultar muy difícil que Grecia pague sus deudas si la receta a aplicar se obstina en la austeridad como bandera. El país no va a crecer, y sin crecimiento su mermada hacienda no va a recaudar más, de manera que retornar los préstamos a bancos griegos, franceses y alemanes va a ser muy complicado. La tesis es plausible y se sustenta sobre el más elemental sentido común. Además, recuérdese que de los 240.000 millones de euros dejados a Atenas, la parte del león se ha destinado a salvar instituciones bancarias: ese dinero apenas ha llegado a los ciudadanos helenos, que han perdido un 25% de su riqueza desde 2009. Un mal negocio. ¿Qué margen de maniobra tiene Tsipras? Alguna. Veamos propuestas concretas de Varoufakis: mejorar la recaudación tributaria, perseguir el fraude fiscal (de manera muy particular en la aplicación del IVA, con irregularidades que llegan al 70% frente, por ejemplo, al 30% en España); racionalizar la administración, eliminar asesores y despilfarros ministeriales. Todo esto se antoja insuficiente, toda vez que la capacidad de ahorro puede ser muy limitada. Y los resultados no son inmediatos: se brindan en un horizonte que no es corto-placista.
Pero hay dos aspectos en los que el documento heleno no pone un énfasis más preciso. Por un lado, la presión fiscal sobre los segmentos ricos de la población: ahí puede haber un nicho de ingresos que no se está explorando con suficiente entidad, en un contexto, eso sí, de caída vertiginosa de los pasivos bancarios y de evasión de capitales. Pero en el segundo factor, el gasto militar, es donde quizás existan mayores capacidades. Grecia destina el 2,5% de su PIB –según datos del Banco Mundial– a gasto militar. Como contraste, España destina el 1% y Estados Unidos, que es el primer país con mayores partidas en este capítulo, sintetiza un 3,8%. Grecia se convierte así en el país europeo miembro de la OTAN con mayor gasto militar. Sólo es superado por los norteamericanos.
Tsipras no puede argumentar, por ejemplo, que el mantenimiento de tales partidas obedece a su situación geo-estratégica, desde el momento en que los tratados internacionales obligan a resolver los conflictos inter-fronterizos por vías de diálogo, con la política y la diplomacia como ejes centrales. Pienso, por ejemplo, en la vecina Turquía, con históricos rifirrafes con Grecia. ¿Por qué el gobierno de Atenas no ataja ese tema, reduciendo el dinero que destina a los militares? ¿Se debe al acuerdo que mantiene Tsipras con su aliado de ultra-derecha? Me resulta inverosímil que sea un olvido de los dirigentes helenos, conocedores de todas esas cifras, toda vez que fueron muy criticadas al gobierno de derechas de Samarás.
Si Grecia situara el gasto militar al mismo nivel que en España, conseguiría grandes cantidades de dinero, difíciles de evaluar pero que podrían llegar a los 3.000 o 3.500 millones de euros al año: una magnitud extraordinaria que se podría destinar al urgente gasto social que se ha invocado por parte de Varoufakis. Éste ha cuantificado la emergencia ciudadana en unos 1.500 millones de euros/año, de forma que existiría suficientes recursos para abordar la cuestión, habida cuenta que afectaría a subvenciones de alimentos, paga a los pensionistas, ayudas para familias que no disponen de energía eléctrica, ayudas a la vivienda, entre otros rubros.
Resulta difícil entender que Tsipras y Varoufakis no subrayen más esto. ¿Temor a los lobbies militares en su propio país? ¿Recomendaciones directas de los países europeos que proveen de pertrechos bélicos al ejército heleno, y que prefieren más que el recorte siga siendo social? Es ésta una incógnita no despejada, pero que no veo en documento alguno que provenga de la actual administración griega (el último que he podido consultar: The second economic adjustament programme for Greece, European Economy núm. 192), un aspecto que parece arrinconado pero que, con números en la mano, demuestra que Grecia pudiera tener más margen del que dice y que podría ser presentado a Europa como un ejercicio realista de contención del gasto público, sin afectar para nada al social.