Las últimas recetas del FMI para España: liberalizar el mercado laboral todavía más y entrar en una senda de co-pagos en la educación y en la sanidad. Las recomendaciones se emparejan a otra advertencia: la economía española va a crecer menos que lo presagiado por el gobierno, de forma que las tasas de paro se van a situar, todavía, en cifras elevadas, cercanas al 16% a cinco años vista. Pero, insiste el Fondo, adelgazar el Estado del Bienestar se traduce en la única vía plausible para obtener el preciado crecimiento económico robusto.
Se ha escrito en otras ocasiones por parte de colegas de renombre –y también desde este blog–: este recetario del FMI va a seguir conduciendo a la economía española hacia la depresión estructural. Existen pruebas contundentes en relación al fracaso de las políticas de austeridad y de recortes de servicios sociales: menos inversiones públicas, menos asignaciones públicas infieren un menor gasto también en la esfera privada. El propio FMI, en un informe de hace pocos meses firmado por el eminente Olivier Blanchard, lo dejaba claro: cada dólar público que se coloca en el mercado multiplica casi por 2,2 los dólares generados en la inversión privada. Reducir el papel inversor del Estado redunda en agravar el problema de desarrollo en los mercados.
¿Qué se pretende con estos planteamientos tan severos para una economía ya tan castigada como la española? Nada positivo para las clases trabajadora y media. La dificultad de la economía española radica, en tal sentido, en la falta de visión de nichos inversores suficientemente atractivos para la inversión privada, espacios que faciliten la formación bruta de capital. Si la economía pública se encuentra criticada por un más que discutible despilfarro generalizado, y a su vez está constreñida por los preceptos de déficit y deuda que provienen de Bruselas, va a resultar muy complicado que el Estado ejerza de palanca efectiva para una transición hacia un modelo económico de mayores valores añadidos.
Por esto, que el FMI se obstine en mantener los recortes y la austeridad como única vía factible para salir de la crisis, no hará más que afianzarla: la más reciente historia económica avala estas prevenciones.
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