Este es el gran interrogante que se abre, ante una situación económica internacional que está lejos de disponer de los signos de recuperación que a veces se invocan. El primer gran test del mandato de Janet Yellen, la keynesiana presidenta de la FED, va a ser éste: tocar unos tipos que están en el cero y justificar ese movimiento a unos mercados que se mueven al más mínimo signo de incertidumbre. Yellen tiene una característica que otros altos dirigentes del banco central no han tenido: su preocupación por los sectores menos favorecidos de la sociedad. Esto inquietó poco a Volcker, Greenspan y Bernanke, a pesar del gran reto que recayó sobre éste último y que saldó con acierto: no en vano es, junto a Galbraith, el especialista más preclaro sobre la Gran Depresión. Un economista que es historiador económico, sin ambages.
Yellen, discípula de James Tobin, se reveló como una especialista brillante por su claridad expositiva y por el esfuerzo pedagógico de sus explicaciones. Su marido, el Premio Nobel de Economía Georges Akerlof –lo recibió junto a Joseph Stiglitz– ya enfatizó en sus estudios de los años 1990 la importancia de no caer en espirales deflacionistas, que deprimían la economía. A esta tesis se sumó igualmente Krugman, con trabajos en los que demostraba, como Akerlof, que un cierto nivel de inflación no era tan pernicioso toda vez que favorecía un factor clave: la creación de empleo.
Yo diría que Yellen se mueve en esta atmósfera ideológica. La decisión en subir tipos en estos momentos no es nada sencilla. Si no quiere caer en la complacencia que tuvo Greenspan, debe subirlos, sin duda, para evitar burbujas elevadas de crédito. El gran dilema para los economistas es decidir el momento procesal en el que cabe concluir con una medida previamente tomada, que está dando resultados, pero que puede tener dificultades en un horizonte temporal que se desconoce. Este vector, el tiempo que ha de venir, es el que imposibilita cumplir con uno de los requerimientos que se hacen a la economía: su capacidad para predecir.
Yellen se encuentra ahora en esta tesitura, porque subir tipos:
- Atraerá capitales a Estados Unidos.
- Desmotivará inversiones en otras latitudes.
- Evitará posibles tensiones inflacionistas, que hoy por hoy no se ven en ningún lado, todo sea dicho (a pesar del histerismo del ala más dura de la economía neoclásica).
- Generará tensiones geopolíticas, principalmente con China.
- Influirá en las políticas monetarias de la Unión Europea y de los países emergentes.
- Provocará nuevos ajustes en los tipos de cambio monetarios.
Estamos, por tanto, a las puertas de un nuevo escenario macroeconómico, marcado, además, por la caída en los precios del petróleo y de las materias primas, con sus consecuencias evidentes en las economías de los emergentes. No se avecina un tiempo fácil.