Rajoy, desquiciado, en el país de nunca jamás

Rajoy vive en un país imaginario. Superado, sin capacidad para explicar más allá que un relato dirigido estrictamente a los suyos, Rajoy ha salido perdedor del debate con Pedro Sánchez, a tenor de sus réplicas. Un presidente nunca atacó a su opositor con el vitriolo de impotencia que ha destilado, nervioso por las alusiones continuas de Sánchez a la corrupción del PP. Pero, además, indicadores precisos cuestionan la idílica visión de la economía española por parte de Rajoy. Por ejemplo, las cifras relativas al mercado de trabajo, que proceden de instituciones oficiales, no dejan lugar a dudas. Veamos. En 2011, la tasa de paro estaba un punto por debajo de la actual. El número de parados en el cuarto trimestre del año era, en 2011, de 5,23 millones; ahora, en el cierre de 2014, es de 5,43 millones. El paro femenino era del 23% en 2011; el 25% en 2014. Más datos: en 2011 había 1,57 millones de hogares con todos sus miembros en paro; en 2014, el dato se eleva a 1,76 millones. La mejora en los datos de empleo no existe. La pretendida «mejoría» se explica porque la tasa de paro llegó a enfilarse hasta el 27%. Rajoy, por tanto, se encontró con un escenario mucho mejor del que ahora dice legar. Su optimismo es arriesgado, inexacto, frágil.

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