He aquí algunas claves esenciales sobre la principal fuente de energía que empuja al capitalismo:
- La caída en su precio: cerca de un 54 % desde principios de 2015.
- Estados Unidos importa cada vez menos petróleo. Dos causas: produce mucho y, además, está estimulando el fracking (gas pizarra).
- Relación inversa entre la evolución del dólar y la cotización de materias primas. Así, la cotización del dólar –que se ha revalorizado– motivada por el temor a una subida de tipos; y las medidas de liquidez lanzadas por el Banco Central Europeo, han contribuido a la bajada de los precios del petróleo.
- Problemas geopolíticos: acceso al petróleo por parte de ISIS y de su ejército; tensión con Rusia y su área de influencia, toda vez que los rusos sustentan sus presupuestos sobre un petróleo cotizado a unos 100 dólares por barril, de manera que las caídas en el precio petrolífero afectan directamente la actitud de Rusia con, por ejemplo, Ucrania.
- Las tensiones políticas no se han reflejado, por el momento, en el precio del crudo. De hecho, Libia ha aumentado su producción hasta casi 900 mil al día; en Irak, la ofensiva yihadista no ha afectado de forma severa el sur del país, de donde procede el 90% del petróleo iraquí. Esto es momentáneo, y los graves conflictos en las áreas productoras pueden conducir a subidas del precio.
- A pesar de la caída en su precio, el petróleo es un bien finito, como lo es el carbón y el resto de combustibles fósiles. La visión de un precio «competitivo» no puede hacernos perder la idea de que urgen cambios en el modelo energético, por dos factores esenciales. Primero: por el agotamiento de esa energía fósil; y segundo por las consecuencias ambientales de su consumo masivo, hecho que sustenta la gran preocupación por el cambio climático.