Europa: previsiones económicas poco alentadoras

Las recientes previsiones de importantes instituciones económicas indican una clara debilidad en los indicadores de la economía europea. Mientras Estados Unidos ya visualiza un crecimiento económico que se acerca al 3% y el paro se reduce; mientras Japón conoce un avance de su PIB del orden del 1,5% y los precios remontan nuevamente, lo cual es un signo inequívoco de que la demanda se expande, Europa sigue anclada en un recetario fallido que infringe enormes sacrificios a su población. ¿Qué proponer? Veamos tres puntos concretos:

  1. La salvación del sistema financiero ha dejado sin cobertura a consumidores y trabajadores. Las economías de la Europa periférica han asistido a muchos cierres de empresas, y el estrangulamiento del crédito no ha hecho viable el más pequeño apoyo económico. La asfixia financiera ha sido el resultado. Las pymes europeas dan empleo a casi 90 millones de trabajadores. Entonces, deben potenciarse el Banco Europeo de Inversiones y un mercado activo del capital riesgo, factores ambos inéditos en el escenario de la Gran Recesión. Urgen medidas penalizadoras para los que colocan los recursos recibidos del BCE en depósitos del mismo banco o adquiriendo títulos públicos. Todo esto implica mayor supervisión.
  2. El desarrollo de una política monetaria con efectos redistributivos, que transfiera recursos desde los países ahorradores hacia los deudores. El problema de la deuda soberana, extensiva a buena parte de la Unión Europea, y con especial incidencia en el sur, no se resolverá actuando en claves estrictamente nacionales, o incentivando severas políticas de ajustes draconianos. Estas transferencias deberían permitir, a su vez, ralentizar los principios que parecen inamovibles de control férreo de la inflación, toda vez que la verdadera amenaza actual es lo contrario: la deflación, que indica el desplome del consumo y de la inversión. No se dispone de una política monetaria más expansiva porque el BCE no compatibiliza estabilidad de precios, cohesión social y crecimiento económico. Su deber es hacer las tres cosas a la vez porque eso es lo que quiere la ciudadanía europea. Pero ante la ausencia de crédito, o sea, ante la parca inversión, esos desarrollos se están produciendo sobre una base evidente: la reducción de los salarios y la utilización de un mercado laboral, ahora abundante, que permite rebajar los costes laborales unitarios.
  3. Clara orientación por el capital humano, a partir de un ambicioso programa de inversiones, con una política activa que incida sobre las altas tasas actuales de desempleo, en especial de los jóvenes; de lo contrario, el proyecto comunitario carece de estabilidad. El axioma es claro: no habrá Unión si no hay trabajo. Y, sin éste, las posibilidades de desmembramiento de Europa serán un hecho en el corto plazo.
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