Trump: propuestas económicas a la deriva

Ya no sorprenden las propuestas electorales de Trump, en ninguno de sus campos. En efecto, la excentricidad de lo que divulga el magnate neoyorquino empieza a asustar, más que a sorprender. Fíjense en las últimas ocurrencias: rebajas fiscales a las rentas más elevadas, y otras que suponen la eliminación del impuesto de sucesiones y la reducción de las tasas a las empresas del 35% al 15%, una iniciativa que, para Trump, significa la más importante reforma fiscal desde Reagan.

En paralelo, el multimillonario defiende el proteccionismo económico a ultranza: el rechazo al TPP (el tratado transpacífico) y la renegociación del TLCAN (tratado de libre comercio de Norteamérica, que afecta a México, Canadá y Estados Unidos). Tras ambas propuestas se encuentran objetivos concretos, enunciados como reclamo: crear puestos de trabajo y penalizar los fenómenos de inmigración al favorecer la producción nacional con las cláusulas proteccionistas. Pero, de nuevo, la extrema derecha utiliza la demagogia más elemental, que domina sobre el sentido común y el planteamiento científico de la Historia Económica. Recuérdese que con Reagan se alcanzaron elevadísimos déficits públicos por la simple razón de que no funciona la tesis de que rebajando impuestos se favorece la inversión privada y, por ende, el crecimiento: no se recauda más, sino menos, tal y como lo demuestran las series históricas disponibles. Además, el proteccionismo económico se ha revelado, en las economías contemporáneas, como un grave problema para la articulación de los mercados, máxime en escenarios de intensa globalización. Este último aspecto infiere un debate interesante en la Economía Aplicada y en la Teoría Económica, como lo demuestra la reivindicación que se ha hecho del gran economista del siglo XIX –muchas veces olvidado– Friederich List. Pero las propuestas de Trump tienen horizontes mucho más espurios: generar un sentimiento nacionalista excluyente, que pone un acento xenófobo sobre la población foránea, totalmente necesaria para el funcionamiento económico presente de Estados Unidos. Nada que ver con lo que propugnaba List, que tuvo gran influencia en los primeros pasos de la hacienda de Estados Unidos.

Estos planteamientos –junto a otros de ámbito más social y cultural– son los que están haciendo repensar la respuesta electoral incluso de varios importantes dirigentes del Partido Republicano. Afirmar que Trump es un peligro no es una exageración ni una visión izquierdosa de la situación política norteamericana. Cuando se está pidiendo desde sectores influyentes de la sociedad estadounidense que Trump debería someterse a un estudio psiquiátrico para averiguar su estado mental, es que la broma de este populista descerebrado ya ha llegado demasiado lejos.

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