Las elecciones a la presidencia de Estados Unidos parecen más abiertas que nunca, tras la recuperación en las expectativas de Donald Trump. El hecho es preocupante, y denota el grado de volubilidad de los electores, que se mueven abruptamente en función de las noticias que van brindando los medios de comunicación. Existe ya algún sondeo que da el triunfo al magnate neoyorquino, cosa que inquieta al resto del planeta. Un triunfo de Trump podría suponer:
1. El retorno a un elevado proteccionismo económico en Estados Unidos, preconizado por el candidato republicano. Ello implicaría elevados costes a las importaciones extranjeras norteamericanas y movimientos parecidos en los países afectados, como demuestran otros casos en el pasado. El proteccionismo en un solo país no suele producirse, de forma que cabe inferir procesos parecidos en otros lares. La apelación a un cierto nacionalismo económico, la defensa a ultranza de unos pretendidos valores culturales y económicos, pueden desembocar en movimientos xenófobos que están ya siendo alimentados por el equipo de Trump, que ha recibido incluso el apoyo explícito de la dirigencia del Ku Kux Klan: toda una premonición.
2. El abandono, por llamarlo de algún modo, del interés norteamericano en ciertas áreas económicas de gran trascendencia: principalmente, la ubicada entorno al Índico-Pacífico, una zona estratégica en la que se hallan involucrados diferentes países asiáticos, con China como protagonista central, sin olvidarnos del papel esencial de la Rusia de Putin. Ello explica, por ejemplo, el apoyo ruso-chino al candidato republicano, toda vez que Pekín y Moscú entienden que un repliegue norteamericano dejaría más capacidad de maniobra a los intereses chinos y rusos en esa estratégica región. Por su parte, Japón –más proclive a la candidatura de Clinton– ve con estupefacción todos estos movimientos, que generan temores claramente fundados en las autoridades niponas si Estados Unidos relativiza su presencia en el Mar de China y deja terreno marítimo más libre a los posibles movimientos dirigidos desde Pekín y Moscú. No se olvide que, además, en esa geografía se ubican regímenes de elevada corrupción y opacidad. Y con posibilidad tangible de disponer de armas nucleares, como es el caso de Corea.
3. La cerrazón de las transacciones comerciales, o al menos su abatimiento en un futuro corto y medio, lo cual afectaría de manera notoria los intereses productivos de una parte de Asia y también de Europa.
Siempre se ha dicho que en las elecciones de Estados Unidos todos nos jugamos cartas muy importantes. Estos comicios subrayan tales asertos. El peligro de una victoria republicana puede conducir a que asistamos a un reaganismo mucho más acendrado que el conocido en su momento: la consolidación de una forma de entender las relaciones económicas e internacionales que conduzcan a una encrucijada de consecuencias imprevisibles, si en el polvorín Índico-Pacífico se produce alguna respuesta indeseada.