- No es posible mantener mucho tiempo ajustes férreos en el sur de Europa, sin respuestas razonables en el norte. En el sur se recorta y se devalúa salarialmente, todo para alcanzar el nivel de déficit exigido; se demanda que el BCE controle y revise los enormes depósitos de capital de la banca comercial, inactivos en el propio seno del BCE, y que los precios crezcan para paliar los efectos de la deuda. En el norte se mantiene una política económica que descansa sobre las exportaciones y el ahorro más que sobre la inversión, de manera que interesan tipos de interés altos –que remuneren ese ahorro– y una inflación baja –que favorezcan las exportaciones–.
- El tamaño medio de las entidades se ha duplicado –e incluso incrementado más– con las fusiones realizadas en el sistema bancario. Ahora hay más bancos que podemos calificar como sistémicos: los que generan problemas globales al conjunto de la economía si caen. Al mismo tiempo, se otean posiciones claramente oligopólicas con esos procesos de concentración del capital financiero, lo cual podría quitar competencia a los mercados. Atención con el sistema financiero italiano.
- Fuerte reducción de la demanda, de aumento del paro y de severidad presupuestaria. Este dolor es necesario para el mainstream: ese es el recetario que emana de Europa y que va a suponer más ajustes en 2017. Atentos a las medidas que se aplicarán en España, tras la aprobación de los presupuestos.
- El bombeo de miles de millones de dólares cada mes por parte de la Reserva Federal ha permitido crear puestos de trabajo, del orden de unos 150.000 cada treinta días. Esta es la economía americana que ha heredado Trump y que probablemente contribuirá a devastar. Mientras tanto, parálisis en Europa. Frente a esto, Jonathan Tepper y John Mauldin explican un particular “código rojo” a aplicar a las políticas anti-cíclicas, desplegadas por la Reserva Federal: la creación de dinero asegura la vida a bancos y empresas zombis, a la vez que incentiva la inversión en activos de alto riesgo. En paralelo, se va a estimular que los países quieran usar sus tipos de cambio para obtener mejores resultados de exportación, de forma que es previsible que se rearmen las políticas más proteccionistas. La incertidumbre parece instalada en la economía. Las estrategias y declaraciones de la cúpula de la Unión Europea y de la presidencia de Estados Unidos en nada contribuyen a un futuro más estable.