Post-verdad económica

Existen factores importantes que inciden en la óptica de un nuevo ciclo económico. En primer lugar, la posibilidad, cada vez más plausible, de que se retiren los estímulos monetarios por parte del BCE –tal y como ya está haciendo la FED–, lo que se traduce en una reducción relevante en la compra de deuda pública por parte del banquero central (y la posible subida en las primas de riesgo de los países con mayores procesos de endeudamiento). En segundo término, la reducción de la oferta de petróleo, lo que infiere la previsible subida de su precio y, por tanto, el encarecimiento de transportes y producción. Un tercer aspecto es la subida de tipos de interés, que el BCE abordará más pronto que tarde, siguiendo la estela de la FED.

Estos tres elementos, en sus vertientes positivas (estímulo monetario, bajada de tipos, precios bajos de la energía) han constituido “vientos de cola” determinantes para la buena marcha de la economía española –y de buena parte de la europea– que, endógenamente, ha propiciado como medida propia la reforma laboral y la mayor flexibilidad de ese mercado, aspectos que se han presentado de manera solemne como cambios estructurales. Pero que han propiciado una mayor precariedad laboral: mejoran los números; pero poco las condiciones de trabajo y los salarios. Un cuarto elemento se debe subrayar: en economías turísticas, con elevada especialización –Balears, Canarias– los tres factores enunciados antes se han visto reforzados, además, por las diferentes crisis que han sacudido los mercados turísticos competidores –Turquía, Egipto, Túnez, Grecia–. Esto ha inferido resultados espectaculares en las cuentas empresariales, al tiempo que ha consolidado los destinos insulares con la llegada de más turistas. Pero esto también tiene sus límites. Los competidores se van recuperando, política y socialmente, sumando además una estrategia de reducción de precios para rehacer sus cuotas de mercado, hecho que viene avalado, incluso, con depreciaciones monetarias.

Si se revisan los factores descritos, que constituyen el bufido esencial de esos “vientos de cola”, se comprobará que nada tienen que ver con la política económica impulsada por España. Es decir, la recuperación que se detectó desde 2014-2015 obedece, de forma directa, a cuestiones exógenas, no endógenas: tanto en el caso de la economía española como en el de la balear. Y, a su vez, el que se esté produciendo una desaceleración de la economía, en uno y otro caso, no se puede adscribir a las políticas desplegadas ni por Sánchez –que apenas ha tenido tiempo– ni por Armengol. Hacerlo es de tan escaso rigor que se adentra en la ignorancia más grotesca, en el mejor de las situaciones; o en la mala fe, lo cual resulta patético y lamentable en los tiempos que corren, donde el rigor y no la mentira debiera ser la perspectiva principal. Estamos, si es así, en una nueva edición de la pos-verdad, del fake news, instrumento al que es tan proclive a desarrollar la derecha política y sus emisores mediáticos desde Estados Unidos hasta España, pasando por el aventajado alumno italiano. Todo en aras de la demagogia más pedestre y del rédito electoral.

 

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