El Real Decreto-ley 21/2012 del 13 de julio, sobre medidas de liquidez de las Administraciones públicas y en el ámbito financiero, plantea un reguero de dudas de calado que se resumen –para no alargar estas palabras introductorias– en una perspectiva clara, a mi entender: es la antesala de la re-centralización del Estado y la pérdida de capacidades para las autonomías. Se tiende así a dinamitar el mapa autonómico que tan buenos resultados ha proporcionado a la Economía, la Sociedad y la Política españolas. Me parece procedente realizar algunas comparaciones de carácter elemental entre el tratamiento que se desprende en este importante documento, y lo que se aplica en el puente de mando de la ortodoxia económica: en Alemania. Veamos algunos datos representativos, que paso a sintetizar:
- La deuda autonómica española es de unos 2.500 euros per cápita, si bien debe advertirse que existen disparidades entre las regiones. Así, Asturias tiene una deuda que ronda los 1.500 euros, mientras Catalunya alcanza los 4.300, Balears los 3.700 y Valencia unos 3.500. Son, éstas, las comunidades que patentizan guarismos más elevados. Comparemos con los länder: éstos deben unos 6.300 euros per cápita, e incluso alguno de ellos –el caso de Bremen es el más ilustrativo– llega a los 27.000 euros: ¡a un nivel similar al de Grecia, que tiene 31.000 euros por persona, en deuda! Omito comentarios fáciles: recuérdese todo lo que se ha llegado a decir, por parte del luteranismo económico, a los griegos y portugueses. Pero véanse que los datos de contraste son corrosivos para esa interpretación calvinista del sur desarrapado, irresponsable e improductivo, frente al norte serio, circunspecto y eficiente.[1]
- En términos relativos, la deuda autonómica significa casi el 11% del PIB español, mientras que la de los länder supone el 21% del PIB germánico. Una vez más, los indicadores son demoledores, y provienen de organismos oficiales alemanes y europeos (Deutsche Bank, Eurostat).
- En este contexto, Estados como Berlín, Bremen, Sarre y Schlewig-Holstein están obligados a formalizar un plan de ajuste financiero y presupuestario, toda vez que se trata de los territorios con mayores desequilibrios, en relación al resto. Ese plan podría hacernos pensar que es homologable al que Montoro ha defendido en el CPFF. Pero no. Analicemos aspectos concretos:
- De entrada, el horizonte que se marca para los länder es el año 2020. Piénsese, empero, que el problema no es nuevo, ya que estos desequilibrios se vienen generando desde hace años, hasta el punto de que, en 2010, ningún Estado federado –y esto me parece crucial– tenía sus cuentas saneadas. Y, poca broma, esta información la emite un organismo como el Deutsche Bank. Rasgarse la ropa con el déficit ajeno esconde las costuras del propio.
- El llamado Consejo de Estabilidad (podría ser el homólogo de nuestro CPFF) negociará hasta final de este año un plan de acción marcado, y esto es igualmente subrayable, en el medio plazo. No en términos inmediatistas. Es decir, mientras Alemania abandera medidas draconianas –en fondo y en calendario– para sus socios europeos, y sus halcones revolotean los presupuestos de los países llamados periféricos, tratándoles de despilfarradores en algún momento, la propia Merkel no acaba por precisar qué medidas se plantea establecer para sus länders más desequilibrados. Y les da la trayectoria cronológico que desde el sur europeo se está reclamando.
- Se ha establecido un Fondo de Consolidación para atajar el endeudamiento de los länders. Y cabe decir que éstos tienen la solidaridad total del resto de la República Federal, de manera que es impensable una situación de quiebra. Incluido el caso, harto llamativo, de Bremen[2]. El planteamiento es copernicano, en relación a lo que hemos escuchado por boca de Rajoy, Montoro y De Guindos: aquí, se han puesto las autonomías como protagonistas centrales del déficit y muestras elocuentes del malgasto. La miopía ha sido de tal calibre, las señales a los mercados han sido tan torpes, que se ha llegado a repetir, una vez y otra, que el Estado (todo él) no tenía capacidad ni para pagar las nóminas de los trabajadores públicos[3]. Los próceres del PP han situado la imagen de España al nivel de un país con bono-basura, y parece que reclaman, encarecidamente, la intervención.
- Los länders siempre mantienen su autonomía presupuestaria, y el Estado Federal se compromete a asumir posibles sanciones por incumplimientos que los länders cometan hasta el año 2019. En paralelo, este equilibrio conjunto de las cuentas públicas no elude mantener, e incluso incrementar, ayudas a la inserción de discapacitados, el incremento de plazas de guarderías y la profusión de becas y soportes a la I+D+i. Todo en la línea de ese nuevo Estado del Bienestar, teorizado por algunos economistas escandinavos (por ejemplo Sping-Andersen)[4].
- En Alemania, se ha planteado seriamente la emisión de deuda soberana conjunta con los länders, para facilitar el acceso al crédito de aquellos que tienen mayores dificultades por su calificación por las agencias de rating. Esto, que se ha venido a denominar “bonos Alemania”, no tiene nada que ver con el fondo que ha confeccionado el gobierno español, que no es más que la antesala decidida a una intervención como la que Madrid no quiere desde Bruselas para las cuentas generales del Estado.
- El Real Decreto de marras, si se aprueba en los términos en que está redactado, implicará, y permítanme la licencia, que se fiscalizará hasta el papel higiénico que se gastan las comunidades. Y serán los interventores del IGAE los que determinarán lo que está bien y lo que está mal, de forma que la capacidad para variar el escaso margen que se tiene en política económica regional restará laminado. Pedir la intervención será entrar, literalmente, en la boca del lobo.
- No se puede centrifugar el déficit desde el gobierno central a las regiones. En el año 2010, de los once puntos de déficit sobre PIB, ocho correspondían al Estado, y tres a las comunidades autónomas que tienen sobre sus espaldas más del 50% del gasto social público y una escasa capacidad para generar ingresos tributarios, aunque quieran. Se detecta una nítida ideologización del tema, que nos obliga a analizar casos parecidos al nuestro y arbitrar formas de contestación analítica –que deriven en acciones políticas y propuestas– que estén presididas por el rigor.
[1] Véanse datos que cuestionan esta visión teutona en el Observatorio Económico de BBVA, del 10 de abril de 2012, con indicadores que pueden sorprender, tabulados desde 2006 hasta diciembre de 2011.
[2] Bremen es un länder de poco más de 500.000 habitantes, con potencialidad económica y un puerto estratégico que le confiere un enorme dinamismo.
[3] La última perla la dio Rajoy en su discurso presentando las medidas, en esa línea interpretativa derrotista y, cabe decir, inexacta.
[4] G. SPING-ANDERSEN, Los tres grandes retos del Estado del Bienestar, Ariel (Barcelona 2010).