El mensaje que se escucha es: la recesión ha terminado. Pero la crisis sigue. La realidad es más estricta y severa que las ligeras cifras que parecen anunciar, a los gobernantes, que estaremos en crecimientos sólidos. Recuerden: según Rajoy, va a hablarse de cuán grande es la recuperación de España, mientras que Montoro rubrica que estamos en un escenario claro de subida, incluso salarial. La sarta de despropósitos llega a límites delirantes: el presidente nos explica que los ajustes “han valido la pena”, cabría preguntarse para quién; a la par que sigue insistiendo en que estamos ya a las puertas de la reactivación. En relación a esto, un aspecto se revela decisivo en el marco de la crisis: se está estrangulando el crédito, y esto explica, en parte, el porqué del estancamiento de la economía española. Veamos:
- Se han hecho esfuerzos extraordinarios para impedir el derrumbe del sistema financiero. La inyección de dinero ha sido decisiva, cosa acertada siempre y cuando tuviera, como corolario, el refuerzo del crédito. No está sucediendo esto, y resulta obsceno ver cómo personajes que imbuyeron una pésima gestión en sus áreas financieras (el caso más ilustrativo es el de Rodrigo Rato, cuyo balance en el FMI y en Caja Madrid es de todo menos solvente) son aupados a palestras de poder. Pero seguirán cobrando salarios estratosféricos –ajenos a su productividad– mientras insisten en que se rebajen los otros.
- Un análisis histórico de la serie estadística del Banco de España revela conclusiones significativas:
- a) Desde marzo de 2008 hasta junio de 2009, la evolución del crédito en el conjunto de las actividades productivas fue positiva, si bien en clara reducción. A partir de septiembre de 2009 y hasta mayo de 2011, los indicadores ya fueron negativos. Pero la vertiginosa caída del crédito se ha producido entre junio de 2011 y, sobre todo, entre septiembre de 2012, con débiles pulsaciones hasta diciembre de 2014. Un bajón en la transfusión desde los bancos hasta las empresas y las familias.
- b) Los desplomes del crédito al sector de la construcción han sido, todavía, más fulminantes. La reducción del crédito fue más precoz, toda vez que se inició en diciembre de 2008; pero su punta álgida negativa se ha producido en 2012 y lo que llevamos de 2013 y, menos, en 2014.
- c) En el sector industrial, se aprecia igualmente una bajada del crédito desde septiembre de 2009, llegando a la cima en 2012, 2013 y 2014, con una variable sintética: caída del 10% interanual.
- d) El sector servicios, que parece liderar algún dato positivo en la macroeconomía española, ha conocido igualmente una reducción interanual del crédito.
La conclusión que se desprende de estas cifras es evidente: el crédito está paralizado, a pesar de la potente apuesta realizada hacia el saneamiento bancario. Imposible lanzar campanas optimistas ante cifras tan demoledoras. Ante la ausencia de crédito, o sea, ante la parca inversión, el escaso crecimiento se genera sobre una base evidente: la reducción de los salarios y la utilización de un mercado laboral, ahora abundante, que permite rebajar los costes laborales unitarios.