Sin mayoría absoluta, el PSOE en Andalucía abrirá una vía de trabajo en la que gobernar en minoría se traducirá en una metodología que puede ser extensiva a otros territorios e, incluso, a nivel de las elecciones generales. Proponer legislaciones a la cámara correspondiente es una importante tarea del poder Ejecutivo; pero la función central de éste último es gobernar, administrar la cosa pública. Los resortes parlamentarios disponibles son suficientes para, con el dibujo que se aprecia en Andalucía, gobernar con la autoridad de ser, ahora sí y de nuevo, la primera fuerza política, a distancia del resto. Asistiremos a acuerdos puntuales en determinados momentos, en tiras y aflojas intensos en la elaboración de los presupuestos, pero la composición que se adivina en el Parlamento andaluz no necesariamente va a ser incómodo para el PSOE. Y va a resultar muy preocupante para el PP, que puede iniciar con estos comicios una tendencia de caída exportable a toda España.