La negociación de los pactos ha arrancado. Las declaraciones recientes, tanto de Pablo Iglesias como de Pedro Sánchez, representan avisos recíprocos en esta apasionante teoría de juegos que se está desarrollando. Unos elementos parecen importantes:
1. La humildad debe ser un valor que impregne a todos los «jugadores», a las fuerzas de izquierda en definitiva. No puede ser una corriente uni-direccional, máxime cuando todas las consultas demoscópicas tras el 24 de mayo indican que la población quiere pactos de izquierda y, por tanto, nuevas formas de hacer política. La arrogancia ni el «adanismo» van a ser buenos consejeros.
2. Los gobiernos que se van a articular suponen altas dosis de responsabilidad, a partir de hechos claros. En el caso de Balears, con el desarrollo de un presupuesto que, hasta diciembre, es el que ha elaborado el PP, los márgenes de maniobra van a ser limitados, habida cuenta que ya están en marcha compromisos de gasto adquiridos por el gobierno saliente. Además, el ajuste que se requiere del déficit público (y que Balears no cumple) supondrá otro factor más de presión, tanto del Ministerio de Hacienda como de organismos europeos. Presión sobre las políticas de gasto e inversión. Las posibilidades de hacer visibles algunas re-orientaciones en política económica se verán en el presupuesto de 2016, el primero del nuevo equipo de gobierno. Y aquí sería importante disponer de una estrategia de ingresos (y esto atañe a la política fiscal); y, por otro lado, a la negociación que se efectúe, entre julio y setiembre, para las partidas de inversiones del Estado correspondientes, que se recogerán en los PGE de 2016, y que pueden constituir un estímulo importante para la demanda agregada.
3. El punto anterior infiere una dura negociación interna, en el propio govern; y externa, con el gobierno central. Aquí, tanto la Presidència como la Conselleria d’Hisenda deberán trabajar coordinadamente y de forma ardua, si quieren obtener resultados plausibles. Pero, a la vez, urgen otro tipo de acciones expeditivas que tengan un coste económico limitado, y que pueden ser evaluadas de forma ajustada al llegar al govern: derogación del TIL, vuelta al Institut Ramon Llull, preparación de leyes de ingresos fiscales (o de cambios en sus normativas, para hacer más progresivas las figuras tributarias) o el retorno de las tarjetas sanitarias.
4. La noción que cabe tener en cuenta, por parte de la izquierda, es que se gestionará escasez, y que hay que hacerlo de forma profesional y responsable. No todo será posible, y se deberá decidir, con costes de oportunidad para todos los partidos que intervengan en la gestión del govern. Los grupos que den apoyo al futuro govern deberán tener claro esto, si pretenden alcanzar la credibilidad necesaria para mantenerse en una situación económico-financiero harto difícil. El asalto a los cielos pasa, primero, por tener los pies firmemente en tierra, para darse impulso.