Buscando nuevas inversiones

El crecimiento económico ha beneficiado sobre todo a un estrato social cada vez más reducido. Este planteamiento no es ideológico, sino empírico. Las investigaciones recientes, que incorporan una potente base de Historia Económica, concluyen de manera solvente que la desigualdad ha aumentado entre 1982 y 2014, bajo los preceptos del paradigma neoliberal. La utilización de otras fuentes estadísticas –relacionadas con la productividad del capital–,van en la misma dirección: el aumento de la desigualdad se correlaciona con una caída de la productividad del capital, un avance en la productividad del trabajo, el incremento de la desocupación y, a su vez, la constatación de dos procesos inversos: la caída de la tasa de ganancia y, con seguridad, el crecimiento de la masa de ganancia. Esto es lo que posibilita seguir con el modelo económico, en un escenario en el que no se acaban de concretar con claridad nuevos nichos de inversión productiva.

En tal aspecto, algunos indicadores como la productividad del capital y la tasa de ganancia, hacen pensar en la visibilidad de inversiones productivas a corto plazo, que resulten atractivas para las empresas. Las transformaciones tecnológicas o tecno-económicas han ido emparejadas a posibilidades inversoras que permitían remontar las caídas en la productividad del capital por la vía del progreso técnico, de manera que se sentaban las bases para una nueva fase de acumulación. Yo no veo esto en la economía actual. Las salidas parecen inexistentes, si se analizan desde la óptica productiva. Se nos pueden ocurrir muchas opciones: energías renovables, nanotecnología, ingenierías genéticas y ambientales; pero la realidad es que los capitales fluyen hacia negocios especulativos y se encuentran más cómodos en los vericuetos de las finanzas: aquí algunas operaciones pueden ser arriesgadas, pero su retorno es rápido y los procesos de amortización son igualmente expeditivos. Por tanto, en la fase económica en la que se ha producido la Gran Recesión no auscultamos tampoco liderazgos productivos. Los grandes crecimientos económicos se están generando en países emergentes, y a partir de la producción de commodities cuyos procesos se han deslocalizado por empresas occidentales, de forma que no estamos ante sectores nuevos, como sí aconteció en otros cambios históricos relacionados con revoluciones tecnológicas. Las TIC tienen sin duda una función esencial en el campo inversor, tanto en las economías avanzadas como en las emergentes. Pero no son una panacea que vaya a resolver los graves problemas de los mercados laborales en Europa y, en menor grado, en Estados Unidos.

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