Economía española con claroscuros

¿Va bien la economía española? Sí, desde la perspectiva macroeconómica y a partir de la ley de los grandes números. Se suelen invocar cifras de todo tipo para señalar el cuadro macroeconómico; yo les propongo un indicador clave: la recaudación tributaria. Cuando Rajoy llega al gobierno, los ingresos habían caído en 38.000 millones de euros: el tsunami de la Gran Recesión había pasado, letal, por encima. En Baleares, esto supuso una reducción de ingresos de 1.000 millones de euros entre 2008 y 2010. Pero ahora, a nivel nacional, los ingresos han superado los 200.000 millones de euros. Es decir: hay más actividad económica. ¿Es suficiente? No. La microeconomía no siempre acompaña a la macro: la precariedad ha aumentado, sin soluciones efectivas. Veamos otras variables.

  1. Baja presión fiscal (a pesar de lo que dicen los empresarios): 38% del PIB, 9 puntos menos que la media de la Eurozona. Si los impuestos se situaran en la media europea, la recaudación se incrementaría en 100.000 millones de euros. Se corregiría el déficit público y se avanzaría claramente en reducción de la deuda, en consolidación de las pensiones y en el enjuague de la tesorería de la Seguridad Social. La deuda de España (1,1 billones de euros) genera un coste financiero de unos 32.000 millones de euros al año. Si suben los tipos de interés, se absorberá los incrementos de recaudación que pueda generar el crecimiento económico.
  2. Gasto congelado para 2017, con el objetivo de cumplir con el déficit público. Las medidas de contención presupuestaria se centran en el capítulo inversor. Esto explica que la obra pública se desmorone hasta niveles de gran relevancia: si en 2006, año previo a la Gran Recesión, la inversión suponía más de 16.000 millones de euros, en 2017 ese dato se cifra en unos 7.500 millones de euros, con caídas graduales desde 2011.
  3. ¿Nueva burbuja? El precio de la vivienda vuelve a subir. Se ha pasado de caídas del 10% en 2012 a un repunte desde fines de 2013 e inicios de 2014, para cerrar 2016 con un aumento del 1,5%: casi 12 puntos de avance en cuatro años, según datos del INE y del Ministerio de Fomento. Los precios previsibles de la vivienda en un escenario cercano a 2030 sitúan en 1.823 euros constantes de 2015 por metro cuadrado, frente a poco más de 1.400 euros constantes en 2016: estamos, pues, ante una inversión que es rentable. La rentabilidad por activos se ha situado, en el caso de la vivienda, entorno al 5% en diciembre de 2016, viniendo del 3% en diciembre de 2011. En ese mes, el bono español a diez años constituía un reclamo importante de inversión, toda vez que podía redituar cerca del 7,5%. Según el Banco de España, la adquisición de una vivienda para alquilarla ofrece una rentabilidad bruta anual del 4,4%, y si se añade la revalorización del activo, esa rentabilidad se acerca al 9% en 2016. En este año, las rentas han subido casi el 16%. La responsabilidad de esto no se centra estrictamente en los pisos turísticos, sino en la escasez de la oferta, que presiona las rentas al alza: falta vivienda nueva. Pero también el problema radica en los bajos salarios, que dificultan la adquisición de la misma.

 

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