La Universitat de les Illes Balears (UIB) figura entre las 600 mejores universidades del mundo, según el reciente ranking de Shangai. Pero, además, la UIB se halla en una posición preponderante en determinadas especialidades: Turismo y Hostelería es una de ellas, ostentando el número 75. Un lugar privilegiado. En otros estudios, como los de ciencias experimentales (Biología, Física, Química) o de carácter tecnológico (politécnicos), la UIB se encuadra en estadios muy solventes en dicho ranking. Cabe decir que estos resultados no son distintos a otros que se han obtenido con plataformas diferentes: la UIB aparece siempre en posiciones muy positivas.
Esto tiene un mérito especial, toda vez que la capacidad financiera de la UIB no es la misma que la de otras universidades públicas y privadas de España –y, por supuesto, de otras latitudes–, que disponen de mayores recursos. El mérito central, por tanto, hay que imputarlo al factor humano de la UIB –desde la óptica de la oferta–, en sus distintas vertientes: personal docente e investigador y personal de administración y servicios. Los rankings a los que se alude tienen como uno de sus fundamentos claves la investigación desplegada por los científicos de la universidad: trabajos publicados en revistas de impacto, proyectos de investigación competitivos (nacionales e internacionales), patentes, contratos con empresas privadas, etc. Es decir, existe en la UIB un tejido investigador relevante –a pesar de los problemas que pueda tener la institución, derivados de miserias humanas también detectables en otras entidades–, una capacidad innegable para ofrecer conocimiento y, al mismo tiempo, trasladar todo ese acerbo a los estudiantes y, por extensión, a la sociedad civil.
Por consiguiente, reforzar la investigación en la UIB significa afianzar y dinamizar todavía más los positivos resultados ya obtenidos. A pesar, cabe insistir en esto, de la menor financiación. En tal sentido, el Govern, en una fase de expansión económica –de incremento importante de los ingresos públicos, es decir, de disponibilidad presupuestaria– no debería descuidar este importante activo, la UIB, crucial para el desarrollo económico de Balears. Cualquier nuevo planteamiento sobre pautas de crecimiento económico y diversificación económica, relacionado con la competitividad y la sostenibilidad del modelo turístico, debe contemplar la oferta de investigación y docencia que brinda la universidad. Y ajustar en algún caso (no en todos) esa oferta a la demanda existente.
Los análisis de prospectiva (desde el Consell Econòmic i Social se está trabajando en el Horizonte Balears 2030) disponen en la UIB de capital humano capaz, contrastado –como indican los rankings, que sólo suelen subrayarse en Balears cuando existen malos datos: este auto-odio nos persigue siempre…– y solvente para contribuir a esa visión. Pero, sin duda, la apuesta estratégica del Govern debe ser decidida. El conocimiento va a ser un intangible esencial en el futuro inmediato. Y, con todas las críticas que puedan y deban hacerse, una parte substancial de ese conocimiento desarrollado y en gestación, se encuentra en la UIB.