Estamos ante el peor Ejecutivo de la era autonómica. La actuación destructiva ha constituido la hoja de ruta conservadora. Se han espoleado problemas que eran inexistentes en nuestra comunidad autónoma (el conflicto lingüístico). Se han dado pasos decisivos para proceder al desmantelamiento de servicios públicos esenciales (la Educación, con la excepción de la universitaria, está sumida en un caos promovido por el propio govern; la Sanidad conoce listas de espera como nunca; los servicios sociales se encuentran bajo mínimos). Se han producido ataques continuos a la cultura de las islas. La mediocridad y la ignorancia rigen los destinos políticos de Balears, con un president tocado, oficiando de maestro de ceremonias de tanta mediocridad.
Ante todo esto, recogido por los medios, el PP se ha decidido, en su desesperación, realizar maniobras elusivas. Las más recientes: el intento de involucrar a los gestores del Pacte en la corrupción de Son Espases, aunque ésta, como declaró la exconsellera Castillo, incumbe sin ambages al PP; o la acusación directa de irregularidades en la gestión del SOIB durante el Pacte, relacionadas con los sindicatos, y la complicidad de los dirigentes de Hacienda. En este caso, la fiscalía está analizando los expedientes no sólo de la legislatura del Pacte, sino de años anteriores y posteriores, es decir, de la etapa actual. La fiscalía ha solicitado, también, la documentación relativa a las patronales, algo que no calculaban los primigenios acusadores. Sépase que todo esto forma parte de la misma estrategia que en su momento trató de involucrar a la conselleria de Hacienda del Pacte, con la comisión de investigación de Son Rossinyol: sombras de duda delictiva sobre el conseller y su equipo. Pero los resultados quedaron en nada y la acusación fue archivada por la Justicia al no hallarse indicio alguno de delito. El corolario debiera haber hecho saltar por los aires a este siniestro personaje que se llama José María Rodríguez, el inductor de la pesquisa, que prometió disculparse si sus acusaciones eran fallidas, a saber: que algún socialista había cobrado con la adjudicación de Son Rossinyol. Nadie le ha recordado esto, reflejado en el Diario de Sesiones. Estamos de nuevo ante un ventilador puesto en marcha por los conservadores para lanzar a sus contrincantes políticos la porquería que ha acumulado profusamente el PP.
Semana tras semana hemos tenido que escuchar improperios hacia el Pacte, por el PP: acusaciones de quiebra de la comunidad autónoma, de comisión de irregularidades, de ineficiencia, en el mejor de los casos. Estos “profesionales”, poco duchos en economía, ignoran, además, algo mucho más importante: ser dignos ante una ciudadanía que ha visto, espantada, la cantidad de casos de corrupción que afectaron y afectan al PP, con próceres antaño venerados, hoy entre rejas. Pretenden que el ventilador salpique a todos, para poder decir que todos somos iguales. Pero los hechos son tozudos: y no, por fortuna, no somos iguales a ellos, carniceros de lo público, gestores pésimos. Eso les disgusta: verse en el espejo. Y la rabia, impotente, les corroe. Todo en tiempos preelectorales.