Un capital hotelero heterogéneo

El capital hotelero es heterogéneo. La aseveración es de perogrullo. Pero suele olvidarse. Con harta frecuencia, han aparecido “los hoteleros” (también se ha dicho “el sector”) como si se tratase de un cuerpo único y pétreo, sin diferencias internas. Entiéndanme: no me refiero a desavenencias (que seguro que existen, como en cualquier colectivo), sino a un concepto que va más allá de los posicionamientos económicos. Suele ser un error de los científicos sociales plantearnos los grupos que forman parte de la sociedad como entidades cerradas, poco permeables y, sobre todo, sin fisuras.

Así, los campesinos se han analizado muchas veces sin tener presente la diversidad que los caracteriza; o la clase obrera se ha observado igualmente bajo prismas estandarizados; incluso en las actividades de servicios se ha tendido a escudriñar a sus integrantes como actores que caminan en la misma dirección o que tienen idénticos intereses. Un sociólogo de la entidad de Manuel Castells nos ha enseñado, en sus aportaciones más recientes sobre las sociedades tecnológicas, los orígenes diferenciadores y las evoluciones dispares en estructuras complejas. Una conclusión a la que ya habían llegado Teodor Shanin para el mundo rural; y Eric Hobsbawm y Edward P. Thompson para el grueso de los trabajadores.

Traigo todo esto a colación porque es necesario “segmentar” –como también pasa con los asalariados, tal y como demostraron los economistas norteamericanos Samuel Bowles y David Gordon– de manera conveniente el capital hotelero balear, uno de los mejor posicionados del mundo en estos momentos. Porque ese capital es variado y multiforme: una parte relevante cuenta con inversiones sustanciosas en las, mientras otra avizora su estrategia desarrollista fuera del territorio que le dio orígen. Es decir, no todo el capital hotelero “se lleva” el dinero fuera de Baleares (y si lo hace actúa con una racionalidad económica; otra cosa es percepción social que eso genera), desde el momento en que existe en nuestra comunidad una articulación, potente pero taponada por las grandes firmas del sector –ahora sí que utilizo el vocablo con intencionalidad–, de pequeñas y medianas empresas que tienen toda su visión escorada en los territorios de Baleares. Y que, por tanto, su casuística, sus condiciones y sus avatares no se pueden comparar con lo que acontece a los grandes grupos hoteleros que actúan, a su vez, con la lógica de buscar nuevos nichos de mercado en zonas que rearmen sus resultados económicos. Estas diferencias, que tan sólo apunto telegráficamente, no pueden ser descuidadas cuando se hacen análisis económicos, sociológicos, culturales y políticos sobre nuestra comunidad.

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