Eurozona dividida

El título es la conclusión. Estamos ante un espacio económico fragmentado por la ausencia de una política económica que tenga en cuenta las condiciones endógenas de los países. Veamos:

  1. No es posible mantener mucho tiempo ajustes férreos en el sur, sin respuestas razonables en el norte. En el sur se recorta y se devalúa salarialmente, todo para alcanzar el nivel de déficit exigido; se demanda que el BCE controle y revise los enormes depósitos de capital de la banca comercial, inactivos en el propio seno del BCE, y que los precios crezcan para paliar los efectos de la deuda. En el norte se mantiene una política económica que descansa sobre las exportaciones y el ahorro más que sobre la inversión, de manera que interesan tipos de interés altos –que remuneren ese ahorro– y una inflación baja –que favorezcan las exportaciones–.
  2. El tamaño medio de las entidades se ha duplicado –e incluso incrementado más– con las fusiones realizadas en el sistema bancario. Ahora hay más bancos que podemos calificar como sistémicos: los que generan problemas globales al conjunto de la economía si caen. Al mismo tiempo, se otean posiciones claramente oligopólicas con esos procesos de concentración del capital financiero, lo cual podría quitar competencia a los mercados.
  3. La deflación ha aparecido, por tanto, en escenarios de fuerte reducción de la demanda, de aumento del paro y de severidad presupuestaria. Este dolor es necesario para el mainstream: ese es el recetario que emana de Europa y que va a suponer más ajustes hasta el 2016, para alcanzar el 2,6% sobre déficit, que es el objetivo marcado por las instituciones económicas. Atentos a las medidas que se aplicarán en España: preveo nuevos recortes.
  4. Políticas diferentes se están aplicando en Estados Unidos y Japón: la inyección de enormes cantidades de dinero a la economía. La decisión ha provocado elogios, pero al mismo tiempo se advierten peligros: desde previsibles procesos inflacionarios en el futuro hasta guerras de divisas en ciernes. La generación de más inflación no se ve mal por parte de sus promotores: posibilita consumir la deuda pública. Además, el bombeo de miles de millones de dólares cada mes por parte de la Reserva Federal ha permitido crear puestos de trabajo, del orden de unos 150.000 cada treinta días. Nada que ver con la parálisis observada en Europa; o en los ejemplos históricos reconocidos, que pueden ser contrastables en los trabajos de Carlos Marichal y de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff. Frente a esto, Jonathan Tepper y John Mauldin explican un particular “código rojo” a aplicar a las políticas anti-cíclicas, desplegadas por la Reserva Federal: la creación de dinero asegura la vida a bancos y empresas zombis, a la vez que incentiva la inversión en activos de alto riesgo. En paralelo, se va a estimular que los países quieran usar sus tipos de cambio para obtener mejores resultados de exportación, de forma que es previsible que se rearmen las políticas más proteccionistas.
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